
MARIA MAS | DIRECTORA GERENTE DE LA AEQT
La monitorización de la calidad del aire se ha convertido en una prioridad en nuestro territorio en los últimos años, fruto de una comprensible demanda de información de la ciudadanía a la que tanto las instituciones públicas como también entidades y empresas privadas nos hemos esforzado en dar respuesta.
La última aportación al amplio abanico de datos e información disponible en este ámbito han sido los dos últimos estudios, impulsados por el Ayuntamiento del Morell y elaborados por la URV y la UPC, respectivamente, que se presentaron públicamente el pasado 25 de enero. Un acto al que tuve la oportunidad de asistir personalmente. Bienvenidos sean siempre nuevos estudios que enriquezcan aún más los niveles de conocimiento y de datos objetivos en torno a la calidad del aire en nuestro territorio.
En esta ocasión, el análisis realizado por el grupo Tecnatox de la URV ha medido, durante tres semanas, la presencia y concentración en el aire de metales pesados (Cadmio, Cromo, Níquel, Plomo y Vanadio) y Arsénico en el aire, con dos puntos de medición: uno en torno al polígono Norte, en el término de El Morell; y otro en Cambrils, como punto de control.
En el apartado de resultados, se menciona que diferentes Directivas europeas regulan valores límite medios anuales para los cinco compuestos analizados, y revela que «los valores obtenidos, tanto en el Morell como en Cambrils, quedan lejos de superar los respectivos umbrales». Aunque los resultados del estudio son, en este caso, medias diarias y no anuales, «estos valores marcan unos niveles de referencia», afirman los autores.
El estudio ha calculado además los riesgos (cancerígenos y no cancerígenos) derivados de la inhalación de los compuestos en función de los valores obtenidos, y la conclusión, tanto para los cancerígenos como para los no cancerígenos, es que los valores detectados se encuentran dentro de lo que se considera riesgo aceptable.
Los riesgos no cancerígenos, en el estudio, se calculan como el cociente de peligro (HQ) entre la exposición a un tóxico y su nivel de referencia, por lo que se considera que no existen efectos adversos. Así pues, un HQ inferior a 1 supone que no existe riesgo de padecer efectos adversos (diferentes al cáncer). “En el presente estudio, la HQ de todos los elementos tóxicos fue muy inferior a la unidad; alcanzando un nivel medio de 0,1% de la dosis de referencia (HQ<0.001)”, concluyen los autores.
Por lo que respecta a los riesgos cancerígenos, se calculan, en el estudio, en función de las probabilidades de desarrollar cáncer asociadas a un nivel de exposición determinado, ya que se considera que el riesgo cero no existe si se ha expuesto a un agente cancerígeno. Y, también en este sentido, todos los valores detectados tanto en el Morell como en Cambrils están asociados a un nivel de riesgo considerado aceptable o despreciable.
Sin embargo, los autores también apuntan a que los valores detectados en el Morell fueron, en la mayoría de compuestos, significativamente más elevados que en Cambrils. A este respecto, en la parte final del acto de presentación de los resultados, desde el público se preguntó si se podía estimar cuáles son los niveles de presencia en el aire y concentración de estos compuestos en la ciudad de Barcelona.
Pese a no disponer de los datos exactos en ese momento, sí se pudo hacer una estimación por parte de los autores, que explicaron que si los niveles detectados en Cambrils se considerase que son de orden 1, los detectados en el Morell serían entonces de orden 1,5 y los de Barcelona se situarían en valores de orden 5. Dicho de otro modo, las concentraciones de los compuestos que se detectarían en Barcelona serían cinco veces las detectadas en Cambrils y 3,3 veces las registradas en el Morell.
Este estudio ratifica una vez más que los valores medidos en torno al polígono Norte se encuentran en todos los casos dentro de los límites que establecen las directivas europeas, y se asocian a niveles de riesgo que se consideran aceptables o despreciables. Se ratifica además que la presencia de compuestos que pueda estar asociada a la proximidad de actividades industriales en ningún caso implicaría el alcance, ni siquiera la aproximación, a los niveles que se pueden encontrar en entornos urbanos como Barcelona.
Cabe recordar que los ciudadanos y ciudadanas del Camp de Tarragona tenemos la tranquilidad de vivir en el territorio con una mayor y más exhaustiva monitorización de calidad del aire de Europa. No existen referencias en torno a ninguna otra zona industrial del mundo con una red de vigilancia tan exhaustiva como la de la Generalitat, que además, se enriquece y complementa periódicamente con los datos que van aportando otros estudios, como los que hoy nos ocupan, ya sean impulsados por el sector de forma sistemática e incorporando mejoras de forma continua, como el Observatori de la Qualitat de l’Aire, o sean impulsados por instituciones públicas, como es el caso del Ajuntament del Morell.
En todos los casos, tanto los datos en continuo de la red pública como los resultados de los estudios periódicos ratifican sistemáticamente la confianza en la calidad del aire en nuestro territorio. Con ciertas oscilaciones en función del momento o del punto de muestreo, pero con valores siempre dentro de los que marcan la normativa o estándares recomendados internacionalmente aceptados, y siempre también con niveles de riesgo para la salud dentro de los que se consideran aceptables.
Por supuesto que no nos conformamos con esto. Hay que seguir trabajando en la mejora continua, tanto en la monitorización y el análisis, y en esta línea ya hemos anunciado que el Observatori de la Qualitat de l’Aire ha empezado a medir no sólo valores medios anuales sino también puntas episódicas; como sobre todo en la preservación y mejora de la calidad del aire como tal, cada uno desde su área de responsabilidad.
El compromiso del sector petroquímico en este ámbito es incuestionable desde hace décadas, con inversión en las mejores tecnologías disponibles, formación continua, iniciativas de monitorización y minimización del impacto, y el cumplimiento no sólo de la normativa aplicable sino más allá, aplicando estándares voluntarios de excelencia. Este compromiso está en el ADN del sector químico de Tarragona y de los miles de personas que lo formamos, y queda reflejado en la misión de la AEQT: contribuir al desarrollo seguro y sostenible del territorio.