
MARIA MAS | DIRECTORA GERENTE DE LA AEQT
Este febrero asumí la dirección de la Associació Empresarial Química de Tarragona, una organización con un peso específico primordial no sólo para el sector al que representa, sino para el global de nuestro territorio y su progreso, en tanto que parte central del clúster ChemMed: la plataforma compartida por la industria y el Port de Tarragona con el resto del territorio (administraciones, universidad, centros de investigación, sindicatos, mundo económico…), y que proyecta a la Química como apuesta unánime de presente y futuro para el Camp de Tarragona
Como no podía ser de otra forma, pues, asumo esta nueva etapa como un honor, más aún cuando toda mi trayectoria profesional se ha desarrollado en el seno de este gran sector. Pero, sobre todo, el cargo lo asumo como una enorme responsabilidad, consciente de que los retos y desafíos a los que nos enfrentamos, así como las oportunidades que se vislumbran, pueden marcar el futuro de la industria del Camp de Tarragona de las próximas décadas.
Sabemos que algunas de estas cuestiones son externas: afectan al conjunto del territorio y su competitividad, y dependen de centros de decisión alejados. Muchas de ellas se arrastran desde hace décadas y, lejos de resolverse, incluso se han agravado, como es el caso de la energía y todo lo que la rodea: desde el precio, actualmente insostenible; hasta la necesaria implementación de las redes cerradas de distribución eléctrica, que en España llevan 12 años de retraso; pasando por la necesidad de mejorar las infraestructuras eléctricas de nuestro territorio, hoy insuficientes, especialmente de cara a los nuevos retos derivados de la transición energética.
Podríamos aquí mencionar otras cuestiones de carácter externo, que también se arrastran desde hace décadas, como son las carencias de ciertas infraestructuras viarias (como la A-27 o la salida de mercancías peligrosas por el Coll de Lilla) o ferroviarias (con retrasos reiterados en la puesta en marcha del ancho europeo en el Corredor Mediterráneo, para facilitar la exportación directa a Europa), o el establecimiento de determinados marcos normativos que nos sitúan en desventaja competitiva incluso respecto al resto de España .
A pesar de estas debilidades externas, desde el sector estamos dispuestos y decididos a colaborar, mediante pedagogía sobre su necesidad y los beneficios que aportaría resolverlas, y a través del diálogo y la búsqueda de soluciones conjuntas e imaginativas con el resto agentes implicados, teniendo en cuenta que la situación exige grandes dosis de generosidad y consenso.
Pero no todo está fuera. El sector se enfrenta a numerosos retos internos, que requieren eficiencia y diligencia en las soluciones de cara a evitar deslocalizaciones y reducciones de volumen de actividad. Estamos hablando de la transición energética hacia la neutralidad climática de las actividades, que por ahora se encuentra en lo alto de las prioridades de nuestro sector y en concreto de nuestras empresas asociadas, aunque tiene incluso un alcance más amplio afectando en todo el clúster ChemMed.
Estamos hablando no de una moda, ni de un cumplimiento normativo, ni de una cuestión de obligación marcada por la UE en los horizontes 2030 y 2050, que también; pero sobre todo de una convicción en la necesidad de nuestra sociedad para garantizar su sostenibilidad, a la que no podemos ser ajenos.
Todo lo anterior nos obliga más que nunca a trabajar en la formación, atracción y retención de talento, tanto el de nuestro país como el internacional. Y en innovación, investigación y desarrollo, para seguir consolidando el valor añadido y la diferenciación como principales vectores de competitividad de nuestros productos, en un contexto de mercados globalizados.
Sin olvidar el encaje de esta industria en el territorio que la acoge a través del diálogo, la formación, la información, la transparencia, la cooperación… Elementos en los que llevamos años trabajando, aunque somos conscientes de que nunca es suficiente y que es necesario seguir potenciando y mejorando, tal y como estamos haciendo.
Todo ello, tanto la colaboración con los retos externos que dependen del territorio y sus instituciones, como los internos que debe trabajar la industria, están exhaustivamente recogidos en la hoja de ruta que para nosotros es el Plan Estratégico AEQT 2021- 2023. Un documento del que este 2022 desplegaremos y ejecutaremos el grueso.
El reto es mayúsculo y ambicioso, pero lo afrontamos convencidos de que la fortaleza de nuestro sector, la profesionalidad de todos y todas las personas que lo formamos, y la complicidad del territorio, nos llevarán al éxito y garantizarán que la industria química pueda seguir contribuyendo, durante muchas décadas más, a construir un Camp de Tarragona cada día mejor.